• Periodismo y miradas desde dos culturas...

    De profesor a consultor en aprendizaje

     Una mirada a profesores y alumnos 

    Pizarra, esponja y tiza. ¿Hasta qué punto se puede preparar a los niños para una vida donde los autos circularán por sí solos, los drones transportarán las compras y los equipos en casa y la oficina se comunicarán entre sí? NIEMANDSLAND se dedica al tema de la Digitalización en la enseñanza escolar en tres artículos que presentan proyectos piloto, las posibilidades técnicas y el estado actual de la discusión en Alemania. El punto de partida de esta serie fue el Congreso Internacional sobre Educación Digital que se realizó a finales de octubre del 2015 en Colonia.

    Los forcejeos del luchador en el ring

    “¿Qué hace que los alumnos no entiendan nada?”. Ante la pregunta, inmediatamente, lo normal es que tanto profesores como alumnos se apunten mutuamente con el dedo índice. Y no podría ser de otra manera siendo que el universo del aprendizaje estaba compuesto, hasta hoy, sólo por estos dos protagonistas. Pero, con los escenarios interactivos de aprendizaje, entra ahora un tercer “jugador” que posibilita una nueva distribución (una vez más) de los roles en el aula.

    © I. Müller“Consejero en aprendizaje” es un término cada vez más recurrente. En ese contexto, el software de enseñanza transmite el nuevo tema mediante videos o juegos y examina automáticamente los primeros niveles de aprendizaje. Muchas veces resulta más fácil aceptar este tipo de feedback mecánico de la computadora, antes que de un profesor del cual se desconfía. Bajo este modelo el maestro asume dos papeles en el aula: el de director de ejercicios y niveles de dificultad –con frecuencia, teóricamente, en coordinación con los padres–, y el de consejero cuando hay dificultades con las tareas. Al final de cuentas, es él quien otorga las calificaciones.

    Un otro modelo convierte al alumno en profesor. En este caso, como ejemplo, está el colegio Kaiserin-Augusta-Schule de Colonia, en donde uno de los actores más experimentados en educación digital, André Spang, desarrolló el sistema JuniorExperts. En el área de la educación mediática, los trabajadores sociales están apostando desde hace algún tiempo por el “sistema de pares”, al juntar a chicas de noveno y quinto grado (los chicos también por su lado) en pequeños grupos, con el fin de explorar y conversar sobre las posibilidades y riesgos de las redes sociales, además de otras formas de comunicación móvil.

    Según el concepto JuniorExperts los alumnos obtienen sus conocimientos en el colegio y acuden a la biblioteca pública para servirse de los denominados Maker Spaces que les permiten programar, pulir, demostrar y seguir desarrollando los temas junto con otros participantes de diferentes edades. A diferencia de un colegio, la biblioteca pública está mejor equipada con impresoras 3D y otras herramientas específicas del mismo programa.

    La revista GEO, en su especial sobre Digital macht schlau (Lo digital hace inteligente) de diciembre del 2014, informa sobre el sistema de tutores que fue puesto en práctica de forma sistemática en un instituto de formación profesional en Kassel (ciudad de la región de Hesse, en el centro de Alemania). A través de este programa las promociones de alumnos elaboran el material de enseñanza para la hornada siguiente y, de este modo, los contenidos se repasan a fondo.

    ¿Qué quieren los profesores? ¿Qué quieren los alumnos?

    Lo que los alumnos quieren es más o menos posible de imaginar. Obviamente no tendrán nada en contra de una mochila escolar digital repleta de electrónica actual. También aceptarán, con mucho entusiasmo, un sistema de enseñanza divertido. Aun cuando el Prof. Dr. Manfred Spitzer, estudioso del cerebro, resalte en su libro Digitale Demenz (Demencia digital) que, en términos clínicos, aprender es lo contrario a lo que los dispositivos electrónicos provocarán algún día en los cerebros juveniles.

    Algo que realmente desean los alumnos es, por ejemplo, poder consultar los resultados de sus exámenes en una plataforma escolar y no enterarse de éstos en el aula delante de los demás –con la posibilidad de estar incluso adornado con algunos comentarios–. La prohibición de portar celulares en el colegio importa hoy en lo más mínimo, en tanto los alumnos puedan copiar las tareas ya fotografiadas por la amiga, mientras van en bus al colegio. Hasta la fecha, un ejemplo singular del uso mediático se ha visto únicamente fuera de Europa: a través de una Webcam los padres pueden seguir las clases de sus hijos desde su escritorio y, bajo el mismo sistema, también controlar si su filius fuma secretamente en el baño.

    En términos generales, los profesores se dividen en dos bandos (obviamente están aquellos que no quieren cambiar nada, enseñantes que consideran que los atlas y las fichas son lo máximo): el primero, el de los “técnicos” que demandan la alfabetización digital de los niños desde el principio. Para este grupo, aprender y dominar programación es la condición previa imprescindible para cualquier tipo de carrera profesional. Pese a que cada vez es más difícil intervenir en los gadgets digitales y que los iPads ya no se pueden abrir con un simple destornillador, estos “profesores técnicos” sostienen que los cursos de programación a edad temprana deberían ser obligatorios de acuerdo con el ejemplo de BeeBots y Lego Education. Para este grupo, los modelos a seguir son países como Estonia, en donde se enseña HTML (lenguaje de marcas de hipertexto) como tercer idioma extranjero a todos los niños. La/el mejor alumno del mes puede reprogramar el timbre del colegio. El segundo, el de los “utilitarios” que exigen, en primer lugar, el desarrollo de competencias mediáticas sociales y un aprendizaje dirigido que involucre desde PowerPoint hasta la educación sobre el uso de teléfonos celulares. Su objetivo es lograr una licencia mediática vinculante para todos, además de un vasto repertorio de herramientas online y offline para que las habilidades sean lo más amplias posibles.

    Lo que todos los profesores necesitan para sus clases es imposible de contestar de manera general, considerando las muchas materias, las diferentes edades y los tipos de colegio. De todas formas, muchos valoran ya algunas “soluciones inteligentes” para la organización de su trabajo. Como ejemplo está el TeacherTool, un tipo de horario interactivo que administra ausencias y desplazamientos, y que puede almacenar o proporcionar muchos datos. Renania del Norte-Westfalia quiere incorporar a esta interfaz una “solución Cloud” propia que cuente con Webmail, calendario y direcciones. Con Logineo se tiene prevista para este año una gran plataforma de contenidos. A pesar de que los vanguardistas preferirían moverse con mayor libertad en la red y sonríen ante los esfuerzos públicos, los más enamorados de los sistemas interconectados comienzan también a comprender que es mejor no depender de las empresas privadas. Ya se sabe: algo fue vendido demasiado rápido, cuenta con publicidad (algo prohibido en los colegios alemanes) o de pronto el servicio debe ser pagado, si es que no ha desaparecido por completo.

    Al hablar de digitalización a los políticos del ámbito escolar les gusta utilizar el término “igualdad de oportunidades”. Hay que admitirlo, algunas diferencias podrían desaparecer: se podría instalar en el campo la misma cantidad de programas de aprendizaje como en la ciudad. Un niño, ausente por enfermedad, podría repetir el video de aprendizaje, al igual que su compañero en el colegio. Y si aprende lento en relación a su camarada, entonces podrá repetir el video las veces necesarias. Eso en cuanto a las oportunidades. La igualdad podría ser alcanzada si los Estados y países se acercaran más entre sí y si realmente proporcionaran a cada niño el acceso a los conocimientos disponibles. Esto también facilitaría la transición al estudio internacional. Pero si cada país –y en Alemania incluso cada Estado federado– elaborará sus propios contenidos de aprendizaje y sistemas de evaluación, se lograría justo lo contrario y la división digital sería aún más obvia y confusa que con diferentes libros escolares sobre la mesa.

    Para finalizar queda una última interrogante: ¿de dónde vendrá toda la electricidad si desde el libro de clases hasta la tiza son electrónicos y qué pasará si un día hay un corte de electricidad? “Hay dinamos para bicis” dijo uno de los eco-digitalistas. “Entonces los niños pueden pedalear debajo de la mesa para recargar su propia batería”. ¡Bueno, pues! Entonces el “aula volante” puede despegar sin miedo.

     Franziska Sörgel
    Traducción: Antje Linnenberg
    Adaptación al español: Teresa Torres-Heuchel

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