• Periodismo y miradas desde dos culturas...

    El Che Guevara, desde el periodismo boliviano

    La guerrilla que contamos es el título del libro escrito a tres manos por José Luis Alcázar, Juan Carlos Salazar y Humberto Vacaflor, prestigiosos periodistas bolivianos que cubrieron el paso del cubano-argentino por Bolivia en 1967. La obra se convirtió en el libro más vendido de la Feria Internacional del Libro de La Paz (FIL) 2017, rubricando que la vida y muerte del Che Guevara aún no han tenido una edición definitiva.

    El mayor especialista del Che Guevara en Bolivia, Carlos Soria Galvarro, periodista de la misma generación de los autores de La guerrilla que contamos, asegura que el 2017 se llegó a 80 libros sobre el guerrillero escritos por bolivianos; más de una docena de títulos desde la memoria de militares involucrados en las acciones u otros con acceso a los documentos secretos del Estado Mayor Boliviano, y otros tantos escritos por periodistas. “Este interés (por el Che) es sólo comparable con el que despertó la Guerra del Chaco entre los bolivianos”, dijo Soria Galvarro en la presentación de otro título dedicado al mismo personaje y aventura (El Che: una cabalgata sin fin) en la FIL 2017. ¿Traumas colectivos por resolver? Respuestas individuales que se hallan en ambas obras.

    Pero el particular interés literario boliviano por el guerrillero tiene este año dos circunstancias inspirativas: el próximo 9 octubre se conmemorarán los 50 años de la muerte del Che Guevara, detalle valioso para la producción intelectual especializada y para las editoriales que palpitan con apuestas seguras. También está el contexto internacional como soporte de fondo: Cuba está en la mira mediática desde el deshielo de sus relaciones diplomáticas con EEUU iniciadas el 2015 (sin interesar el stand by impuesto al asunto por la actual administración norteamericana). En otras palabras el Che Guevara tiene en estos meses argumentos sobrados como para convertirse en el mejor vendedor de libros sobre su existencia y desaparición; mito incombustible.

    Fuera de la trama inspirativa, La guerrilla que contamos podría leerse como relatos que atan pasado y presente, reunidos en los años por tres periodistas bolivianos iniciados en los 60, época en la que las limitaciones tecnológicas y las enormes distancias entre las ciudades y los territorios de la guerrilla marcaban la forma de hacer periodismo. Lo que no es poco, y más teniendo en cuenta que los tres autores fueron y son referentes del periodismo boliviano.

    La guerrilla que contamos pinta el oficio periodístico local, a partir del mayor evento de proyección mediática internacional hasta ese momento en el país, junto a los entretelones políticos y sociales de ese entonces. Como ningún suceso anterior en el Siglo XX, la guerrilla encabezada por el Che Guevara colocó a Bolivia en el mapa mundial. Un acontecimiento que marcó también la carrera profesional de los tres autores. Desempeño en la cobertura de la guerrilla unida a los años dictatoriales de los 70, propiciaron exilios de asociación exitosa en términos laborales: José Luis Alcázar, corresponsal de la Inter Press Service (IPS) en Bolivia, Chile, Italia y México; Juan Carlos Salazar, Director del Servicio Internacional en Español de la Deutsche Presse Agentur (DPA); Humberto Vacaflor contratado por la British Broadcasting Corporation (BBC) y Latin American News Letter de Londres. Constelación irrepetible en la historia del periodismo boliviano. Vacaflor y Salazar fueron reconocidos en los últimos años con el Premio Nacional del Periodismo de la Asociación de Periodistas de La Paz (APLP), la mayor distinción dentro de la actividad profesional periodística del país. La trascendencia de la guerrilla del Che Guevara en Bolivia y la talla profesional lograda por sus autores convierten al libro en lectura obligada para estudiantes bolivianos de periodismo y periodistas en ejercicio.

    Sin embargo, La guerrilla que contamos no es sólo un libro para avecindados con la información local. Para forasteros el concepto clave podría ser contexto político boliviano de los 60: desde la segunda introducción [el libro tiene dos] podrán zambullirse en la Bolivia de los tiempos del Che y recrearse, en la primera parte del libro, con datos curiosos y anécdotas sobre una década signada por la violencia e ideologías políticas. Crónicas sobre guerrilleros, militares, atractivas espías y la visita de la mismísima Oriana Fallaci en sus tiempos iniciales de gloria están en esas páginas. Segunda parte con relatos de combate de José Luis Alcázar, la primicia mundial sobre la muerte del guerrillero y la búsqueda de la entrevista del siglo con el Che. Una tercera parte descriptiva de la zona de los combates guerrilleros, pormenores atípicos para la selección de los periodistas bolivianos destinados a la cobertura en el frente, el filósofo francés Regis Debray en medio del embrollo, el fantasma del Che en la vida de Humberto Vacaflor, la tercera mano en la obra. Pequeñas historias que dejan a flote un libro que puede funcionar como una lámpara que permite observar, con el ojo de la distancia, a la Bolivia incrustada entre su revolución agraria de 1952, sus secuelas, los traumas post guerrilleros de los militares bolivianos y las dictaduras de los 70.

    Combustión para el mismo fuego, junto a La guerrilla que contamos, se presentó por los mismos días el segundo título dedicado al mito: Che, una cabalgata sin fin. Un libro unido al primero no sólo por el personaje y la épica, sino también porque sus autores resultan ser –en su mayoría– periodistas bolivianos y porque el título se convirtió en otro éxito de ventas en la FIL La Paz, según Página Siete, periódico impulsor de la publicación.

    Obras que conversan entre sí. Che, una cabalgata sin fin es un libro que complementa a La guerrilla que contamos a través de reportajes, crónicas y ensayos, avanzando en el tiempo en un intento por develar algunos entresijos de la aventura guerrillera en Bolivia y el legado de aquel movimiento y del hombre que lo encabezó. Publicaciones que no se proponen hacer literatura sino dar transparencia a zonas ocultas de una larga y vieja historia, recurriendo a géneros clásicos del periodismo y a nuevas fuentes informativas.

    Ubicada en el presente, el texto de Liliana Carrillo Aquí creen que el Che es bueno –uno de los más sobresalientes de la obra– ofrece una visión de La Higuera, el pueblo prisión del Che Guevara, de sus empobrecidos habitantes, y de Vallegrande, la pequeña ciudad tumba del Che, donde se tomaron las famosas fotografías de los ojos abiertos. Desde el pasado, Juan Carlos Salazar –coautor en ambos libros– retrata a Ernesto Guevara antes de ser el Che y los efectos revolucionarios de una visita poco conocida: argentino de 25 años que llega a Bolivia en 1953, a 15 meses de la mayor revolución social del país, “cuando los mineros celebraban a tiros la nacionalización de las minas y los campesinos urgían al gobierno por el reparto de la tierra”. Sin barba, sin boina y con motocicleta, Ernesto Guevara con su cara de chico bien parecía estar más interesado por las faldas bolivianas antes que por los fusiles. Pero la historia demostraría que algo de esa experiencia revolucionaria impactó en las convicciones del joven médico. En una aventura sobre la que parece haberse escrito todo, el libro surca tierras nuevas: Las manos del Che y los conjurados del (famoso) diario, escrito por un refrescante Luis Gonzáles Quintanilla; los planes revolucionarios del guerrillero (que tenían a Argentina como foco y a Bolivia como zona de irradiación, antes que de epicentro), su herencia política, y el papel del Partido Comunista de Bolivia revelados en la entrevista de Isabel Mercado a Carlos Soria Galvarro –el especialista en el Che Guevara en Bolivia, ex militante comunista, y casi guerrillero–; aristas nuevas que develan, desde los textos de Gonzalo Mendieta Romero, el papel de militares norteamericanos de alta graduación en la política boliviana y el Che desde las consideraciones rusas, en los años calientes de la Guerra Fría; La fallida estrategia militar del Che y el abandono de quienes lo derrotaron, reportaje escrito por Mery Vaca.

    Dos títulos éxitos de ventas que posibilitan el trance del presente al pasado, combinando hechos históricos, algo de humor y varias novedades para retratar una epopeya que parece no tener fin, al menos en el papel. Dos libros que permitirán el quiebre de tiempos el próximo 9 de octubre en la Ruta del Che donde acudirán, como todos los años, centenares de adeptos a las ideas revolucionarias del guerrillero. Dos obras que probablemente estarán a la venta en las estanterías de los dos únicos hostales de La Higuera, para continuar alimentando la hoguera. El Che, mito incombustible.

     

     

     

     

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