• Periodismo y miradas desde dos culturas...

    El tercer Mann: “Éramos cinco” de Viktor Mann

    Vista la tapa se pensaría que nadie necesita este libro  –¿por qué debería leer algo precisamente del único de los hermanos Mann que no era escritor?–. Tal vez ni siquiera había terminado de leer  Josef und seine Brüder (José y sus hermanos de Thomas Mann), o ni había empezado el segundo tomo de Henri Quatre (La madurez del rey Enrique IV de Heinrich Mann), si es que aún no omití algo peor.

    Libro: Éramos cincoAbrí el libro tan sólo porque quería prepararme para un nuevo seminario de biografías y buscaba descripciones de personajes singulares. ¿Cómo será que Viktor, que tiene 15 o 19 años menos que su famoso hermano, describiría a su célebre consanguíneo? Y me sorprendí por cómo lo hizo. Muy de cerca, como si todos tuvieran puestos aún sus pijamas, pero con una escritura elegante que otorga a la obra la nota de recomendable. Por un instante, su estilo tan cuidado me pareció sospechoso. ¿Habría podido el inseguro de Viktor, tan poco convencido de su talento literario, enviar, cruzando el atlántico, el resumen testimonial de su vida a su hermano Thomas para que éste haga caso al tímido pedido de revisión sin chistar? Técnicamente sí. Sin embargo, y entretanto, tengo otra tesis. Así como algunas familias tienen la “mano verde” para las plantas, así los Manns tienen una veneración creativa hacia todo lo lingüístico. Ya me di cuenta de ese detalle cuando en mi época de estudiante tuve acceso a las cartas originales de la estirpe Mann –manojos dejados en el último rincón del sótano de los archivos de la literatura alemana de Marbach–,  misivas que circulaban frenéticamente y en gran número durante los años del exilio.

    Entre todos los hermanos, sobrinas y tíos no había ninguno que no dio lo mejor de sí frente a la pluma literaria. Todos dieron un paso al frente. Incluso Erika y Klaus lo hicieron en sus travesuras más salvajes. Es por esta razón que creo que Viktor escribió sus informes analíticos para el Bayrische Handelsbank (Banco de Comercio de Bavaria) y sus tarjetas de felicitaciones con el mismo espíritu literario, tranquilo y certero que hoy en día nos parece de una exquisitez muy poco frecuente.

    Pero ya suficiente de hablar del estilo. Ahora queremos saber qué cuenta Viktor –¿no es así?–.   Obviamente nada de conflictos ni escándalos en esta su obra. Todo era entrañablemente lindo y apacible en Múnich y luego en Polling, en lo de “mami Mann” y los “tíos” de Viktor –tal como llamaba a sus hermanos que eran mucho mayores que él–. Como “Ommo” y “Heini” que le traían desde Italia libros autoilustrados para niños y lo dejaban participar en las tertulias de la escena cultural de Schwabing. Como Viktor era el primer lector de sus libros –aun mejor: como participaba en las rondas de las primeras lecturas de las obras– podía opinar sobre sus contenidos. Cuán señorial, fino y afable era el ambiente en lo de la familia “Tommy”, en la calle Poschinger StraBe, con una Katja que siempre había hecho feliz a su esposo y nunca otra cosa, eso también lo recalca Viktor. También que Heinrich y Thomas siempre habrían estado a la par en cuanto a las bromas, lado a lado, y que la palabra discordia solamente habría sido utilizada por la prensa desinformada, algo que recalca una y otra vez el autor. Bueno, es un punto de vista al final de su vida y que nadie se anima a juzgar o reclamar. “Todos necesitamos de la gracia” (en medio de la tortura) fue la gran frase de Thomas Mann respecto al derrumbe del imperio milenario en un logrado capítulo donde también se encuentra la voz de Adolf Hitler y las descripciones más íntimas de las últimas escenas antes del exilio (Viktor no acudió a la última noche de copas porque estuvo resfriado para pesar suyo).

    “Altamente fiel”, dijo Thomas respecto al resumen testimonial de su vida, al informe del benjamín de la familia. Desde la perspectiva de su elevada novelística, sin duda estamos todos muy de acuerdo. Por suerte, Viktor no ha escrito una novela, sino un relato íntimo y apasionado de la vida de su familia. Así como cuando el hermano mayor viajó a Estocolmo para recibir el Premio Nobel y donde se dice que dijo “qué bien que tenemos un poco de música” –al inicio de la ceremonia de premiación– en el momento en que empezó a tocar el cuarteto de cuerdas. Una frase típica de los Mann y, al mismo tiempo, algo tan familiar y poco espectacular que nunca nos  hubiéramos  enterado si Viktor no lo hubiese contado.

    ¿Y todo esto a qué nos lleva? A que no siempre hay que pensar mal de los libros que están a la sombra de las grandes obras y a animarse a escribir una historia personal. ¿Quién sabe qué escenas históricas se esconden detrás de cada una?

    Viktor Mann
    Wir Waren fünf. Bildnis der Familie Mann
    Editorial Fischer
    Edición de bolsillo, 528 páginas
    ISBN: -10:3596122759
     Franziska Sörgel
    Traducción: Antje Linnenberg
    Adaptación al español: Teresa Torres-Heuchel

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