• Periodismo y miradas desde dos culturas...

    Vida playera en alemán

    Casi es injusto que un país tan pequeño como Alemania tenga acceso a dos mares: el Atlántico y el Báltico, referidos por los alemanes como Mar del Norte y Mar Báltico. En alemán, se asume que el Pacífico Sur significa el Pacífico Sur y que, al no existir el Mar Occidental, este tendría que ser inventado por alguien.

    Si se hace difícil elegir en cuál de los dos mares nadar, es posible alquilar una habitación de hotel en Eckernförde (en el Mar Báltico) o en Husum (en el Mar del Norte). El viaje es de sólo una hora entre punto y punto. Sin embargo, el viajero descubrirá que no es lo mismo nadar en  las aguas del Mar del Norte, con un contenido de sal del 3,5% que asegura un sabor más intenso, que en las del Mar Báltico, con 1,5% de sal, algo menos de la mitad que en el mar vecino. Algo más al norte, en el Golfo de Finlandia, el agua sólo tiene 0,5% de sal. Claro que ningún turista normal nadaría tan lejos.

    Puede que estas diferenciaciones salinas entre aguas resulten extrañas porque, a primera vista, las playas de ambos mares parecerían ser casi uniformes por una razón muy particular. ¡Sí! ¡Por las tumbonas de playa revestidas de mimbre! Ese gran detalle que no poseen las hormigonadas zonas de bronceado de Croacia, ni las pequeñas bahías de Grecia, o las cabañas de madera belgas en las que apenas se ven ese tipo de objetos de playa, tampoco entre los monocultivos de sombrillas en Italia o en las extensas playas familiares completamente amobladas de España donde, al menos por el momento, aún no están presentes.

    Fue en el Mar Báltico donde nacieron las tumbonas de playa hechas de mimbre. Originalmente una especie de sofá con un respaldo muy alto para protegerse del viento; hoy convertida en un edificio polivalente con cajones, mesas plegables y reposapiés. Todos totalmente ajustables y extremadamente  Hygge, como dirían los aficionados a la nueva ola de confort.

    Y, ciertamente, ¡hay una diferencia entre la tumbona del Mar del Norte y la del Mar Báltico! El turista poco avispado que visita Eckernförde y Husum al mismo tiempo, no podrá llevar su tumbona de un lado a otro, sin atraer la atención extrema en el “otro lado”. La Strandkorb del Este tiene las esquinas redondeadas, mientras que la Strandkorb del Norte no las tiene. Un conocimiento esencial alemán que nadie conoce. Claro que lo que todo el mundo sabe es que nadie lleva sillas o tumbonas de playa desde su casa, éstas se alquilan en el mismo sitio o por teléfono. Se pagan por día, semana o año y a cambio se recibe una bandera para sentar soberanía en ese nuevo hogar: la bandera ondeante significa que ¡la Strandkorb ya está habitada!

    Es alrededor de la tumbona de mimbre que en los días de verano se despliega el caos internacional de los animales y juguetes nadadores, las bolsas refrescantes, los libros con arena y la ropa.  En los días frescos se colocan por lo general dos sillas playeras  (una enfrente de la otra) y se crean acogedores espacios con mantas de felpa, termos y sombreros de lana.

    Las fiestas cafeteras y las reuniones en la playa son frecuentes, mientras dure la temporada, generalmente entre abril y octubre. Si el tiempo se descompone, la playa se vacía y se queda sucia. La dejadez  con la basura se explica porque entre abril y octubre la arena y la limpieza de los caminos, así como la seguridad de los nadadores, está organizada gracias a la tarifa que se paga como derecho de acceso a buena parte de las playas. Al ingreso de estos territorios se encuentran maquinas expendedoras de tickets semejantes a parquímetros, no sólo en su forma pero también en su sentido, que imprimen permisos de parqueo para estacionar cuerpos en la playa por unos cuantos euros. Como en invierno el ingreso a las playas es libre, no hay quien se haga cargo de la limpieza de estas zonas. Para quienes no quieran o no puedan pagar la tarifa de ingreso están las playas gratuitas  –casi siempre alguna junto a las playas principales– a las que se puede acceder libremente, incluso con perros, a diferencia de las playas de pago donde estos animales están prohibidos.

    Aunque la temporada alta haya pasado hace mucho, la mayoría de los hoteles y restaurantes están abiertos incluso en invierno. Todos cuentan con calefacción y  ofrecen bebidas alcohólicas calientes como el Grog o las no alcohólicas como el Friesentee, la clásica mezcla de tés negros que se consumen en la zona costera del norte de Alemania, endulzado con trozos de azúcar cristalizada del tamaño de una nuez llamados Kluntjes. Lo único que permanece frío todo el año es el mar. Para nada impresionante que las playas alemanas apenas alcancen 20°C, incluso en pleno verano. Ya hubieron inviernos en los que el Mar Báltico quedó congelado. Al agua parece no importarle el frío. Algo bueno para los visitantes de la costa alemana porque de lo contrario tanto el Mar del Norte como el Mar Báltico harían lo mismo que las aves migratorias en invierno: orientarse hacia el sur.

    Franziska Sörgel
    Traducción y adaptación al español: Teresa Torres-Heuchel

     

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