• Periodismo y miradas desde dos culturas...

    A paso de llama

    Menospreciada desde los tiempos de la conquista española, la Lama glama sólo ha recibido malas notas en el aprecio del mercado internacional actual: ni su fibra es lo suficientemente fina como para llegar hasta las grandes casas de haute couture, ni su carne es lo suficientemente valorada como para rivalizar en la mesa con la de su prima auquénida la Lama Pacus o alpaca. Desde el incario, la llama sirvió como animal de carga y ese fue su principal valor hasta hoy, cuando los reflectores del cambio climático y la medicina parecen iluminarla y colocarla como a una de las salvadoras del ecosistema andino y la gran curadora  del VIH.

    Llama emblemática

    La llama, Lama glama, junto con la alpaca, Lama pacos,  el guanaco, Lama guanicoe, y la vicuña, vicugna vicugna,  son conocidos como los camélidos sudamericanos o auquénidos. Son las bestias herbívoras nativas  más grandes de Sudamérica. Y, aunque los datos son variables, Perú se precia de tener a la mayor población regional de Lama pacus –se estima que más del 80%– y Bolivia se ufana de ser tierra  de la Lama glama. No por nada el expresidente Carlos Mesa ordenó el 2004 sustituir a la alpaca por una llama dentro del escudo nacional como símbolo de la riqueza de su fauna y de la mayor identificación de la patria con el camélido.

    El recuento más fiable presentado por la FAO en 1996 señala que Bolivia contaba con 2.022.126 llamas,  en tanto que el número de alpacas llegaba a 324.321. Entre los dos países reúnen a la mayor cantidad de camélidos sudamericanos domésticos (alpacas y llamas), mientras que Argentina y Chile albergan en su territorio a guanacos, fundamentalmente. El más grande reservorio mundial de la vicuña está en Perú.

    Alpaca versus llama

    Gracias al gran aprecio de sus lanas en el mercado, tanto la alpaca como la vicuña son las de mayor rentabilidad económica. Comparativamente, el precio de la fibra de alpaca casi triplica el valor de la lana de llama. Dependiendo de la demanda internacional –un mercado hoy casi ilimitado– la libra de fibra de alpaca cotiza entre 2 y 3 dólares, mientras que la de llama oscila entre el dólar y algunos centavos. Pese a sus distintas valoraciones en las plazas comerciales, los camélidos sudamericanos generan múltiples empleos en el campo, en la artesanía, en la industria textil y en la moda de alto nivel.

    Imagen: Fao.orgPor añadidura, en los últimos años, la carne de camélidos también ha ido ganando su propio espacio favorecida por la cocina fusión que ha revalorizado los sabores locales hasta convertirlos en parte de la experiencia de visita a la región de los Andes sudamericanos. En Perú, la alpaca tiene su sitio bien puesto en la gastronomía, especialmente en aquella de exportación, y en Bolivia la carne de llama va despertando el interés en las urbes gracias a sus bajos niveles de grasa y colesterol; de todas formas, pese a estar ya presente  en algunos restaurantes de tipo gourmet o turístico, sigue siendo un producto menospreciado socialmente. Por oposición, en las zonas andinas bolivianas, la carne de llama se mantiene como un alimento de primera línea, una buena fuente de proteínas de origen animal, consumido especialmente como charqui (carne deshidratada con sal).

    Las llamas nunca fueron utilizadas para cabalgar, ni para jalar el arado; tampoco como proveedoras de leche. Hoy, la llama es utilizada como animal de carga –a diferencia de la alpaca– y es vista como multiplicadora de recursos por su lana y carne, aunque estos ingresos sean menores con  relación a los que permite la crianza de alpaca.

    Camélidos en la mira ambientalista

    En los últimos años, los problemas derivados del mal uso de suelos y del  cambio climático han puesto a los camélidos sudamericanos en la mira de los ambientalistas como táctica para atenuar y combatir la erosión provocada por la crianza de animales considerados no nativos de las alturas.

    El gran potencial económico de los auquénidos no impide que el hombre andino continúe dedicado a criar vacas y ovejas –en La Paz se los encuentra incluso sobre los 4.700 m.s.n.m–. El problema es que este tipo de ganadería, especialmente la de ovinos, estaría  endureciendo y erosionando los suelos altiplánicos al ser pisoteados y maltratados por las ovejas (de pezuñas muy dañinas), que además tienen la costumbre de comerse los brotes más tiernos de las plantas, según los especialistas. Los camélidos, en cambio, son considerados menos nocivos al ecosistema a causa de su particular dentadura, sus hábitos alimentarios y su menor peso.

    Por la ganadería de bovinos, la puna continúa disminuyendo su capacidad de almacenar y regular el agua. Un problema al que se une hoy el derretimiento de los glaciares –uno de los efectos más visibles del cambio climático en los Andes– que pone en riesgo la existencia de los humedales de alta montaña (bofedales), áreas que aseguran la alimentación de los camélidos sudamericanos, particularmente el de la alpaca.

    Así, los auquénidos no sólo son benefactores de la economía campesina, sino también actores protagónicos en el freno de la erosión de los suelos altoandinos y animales a tener muy en cuenta en la problemática del calentamiento global. Los ambientalistas pregonan que sin glaciares y sin agua no habrán bofedales para asegurar el alimento de los camélidos, bestias de las que se espera puedan contribuir a aliviar la situación de estrés de los suelos en la puna. Así, en tierra de llamas, la Lama glama se convierte en figura central, una especie muy estimada por los defensores del ecosistema andino.

    Un paso adelante frente al sida

    Pero la reivindicación de la llama no sólo viene de la mano de los ecologistas. En el caso concreto de la Lama glama, un estudio científico publicado en diciembre del 2014 por la revista médica Plos Pathogens abre las puertas del reconocimiento a la bestia más humilde de los Andes. Los resultados dicen que la llama podría ser la mayor aliada para combatir el sida.

    El estudio desarrollado por un equipo de 14 investigadores de varios países sostiene que los anticuerpos de la llama son capaces de neutralizar al virus de inmunodeficiencia humana (VIH). Hasta hoy, ninguna de las varias vacunas desarrolladas ha logrado paralizar el mal. Los antirretrovirales fabricados por los laboratorios sólo han conseguido evitar el debilitamiento del sistema inmunitario. Es una forma de congelar la enfermedad por algún tiempo, pero los infectados son dependientes de los fármacos para mejorar su calidad de vida.

    Según la investigación, los anticuerpos de la llama tienen una efectividad de neutralización in vitro de 96% frente a las cepas del VIH. A diferencia de las sustancias defensivas generadas por otros seres vivos, los de la llama son de «cadena única», es decir, son menos complejas que las de dos cadenas de proteínas y, por esa misma razón, más efectivas expuestas ante los agentes patógenos del sida.

    A mediano plazo, la esperanza científica está en que los anticuerpos de la Lama glama no sólo puedan servir para diagnosticar y prevenir el sida, sino también para tratar a los ya infectados (*).

    Después de haber sido relegada por la moda y la gastronomía, la llama apura su paso bajo la mirada ecologista y el apoyo de las investigaciones médicas. De todas formas, al animal de mirada humana le queda todavía un largo camino por recorrer.

    Teresa Torres-Heuchel

    (*) Nota de actualización:

    El 2020, en plena crisis del Corona Virus, académicos de la Ghent University de Bélgica, en colaboración con un laboratorio de la Universidad de Texas, descubrieron que la llama produce un anticuerpo capaz de neutralizar los efectos del Covid-19. Ambos centros trabajan desde el 2016 buscando la cura para el SARS. Según reporta la agencia AFP, el pequeño anticuerpo hallado en el camélido, y que pudieron aislar, «se une a una gran parte del SRAS-CoV-2» (el nuevo coronavirus), impidiéndole «penetrar en las células huésped» del virus.

    Desde el 2018 ya está en el mercado el Caplacizumab (Cablivi) un medicamento que proviene de los anticuerpos de la llama y que sirve como tratamiento del PTI (Púrpura Trombocitopénica Idiopática), una enfermedad rara de coagulación de la sangre que se presenta usualmente en niños y mujeres jóvenes. El PTI se manifiesta  por bajos recuentos en las plaquetas, petequias en la piel, sangrados y moretones de larga duración.

    TT-H/Artículo disponible en alemán

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